sábado, 27 de marzo de 2010

A la tercera va la vencida.

Es curioso. Hace falta beberse un café después de la cena un viernes para poder aguantar toda la noche de fiesta, para justo 5 minutos después, darse cuenta de que uno no tiene el cuerpo para grandes juergas. Ponerse el pijama y abrazar la almohada, sabiendo que el sueño no va a llegar (cosas de la malvada, malvada cafeína)y diez minutos después, levantarse para poner un par de capítulos de esa serie que tienes tan atrasada. Y, cuando el segundo capítulo termina, pensar: "ahora sí, a dormir"; pero el ordenador reclama, y las páginas que un día se dejaron abandonadas por falta de tiempo, por falta de eso que en principio nos enamoró y que ahora suena repetitivo.
Y entonces es cuando los números rojos del despertador marcan que son las 5 de la mañana, y a uno le da por pensar: qué tontería, podría habe salido de fiesta. Y, ya que estamos, piensas en el blog, tan abandonado y triste.

Es cuando se toma la decisión más importante que se ha tomado en mucho tiempo. El blog está desactualizado. El blog ya no dice nada de mí. Este blog apesta. Deberías hacer otro. Uno al que te entregaras de verdad. Uno bien organizado, con las ideas claras. Y eso he hecho... o mejor dicho, voy a hacer, porque de momento, está la entrada de presentación y el diseño de la página.

No voy a borrar éste. al igual que no borré las palabras escupidas.

Supongo que son ganas de cambio. Ganas de escribir más en algún sitio sonde me sienta identificada de verdad. Estos vaivenes me han venido bien. Peo han desvirtuado. Es normal, son etapas, así que no me quejo.

En fin, que me mudo. Y que a la tercera, va la vencida. Esta vez, lo haré bien, aunque sea la tercera vez que lo digo: http://laterceravezquelodigo.blogspot.com/

martes, 9 de marzo de 2010

Resucito.

Hoy me encuentro bien, y resucito de todas las formas posibles que se puede resucitar:
Resucito en el blog, resucito mi felicidad extrema que estaba adormilada últimamente, resucito mi motivación en los estudios, resucito el cerrar los ojos porque el sol ciega.
Resucito, y se agradece.

Las nubes grises, la lluvia a todas horas, el no ver lo que hay 10 metros más allá... eso agota y crea desidia, desgana, desánimo. nunca un poquito de sol mató a nadie, y a mí, como ya he dicho, me ha resucitado.
Los días así son estupendos: despertarse, subir la persiana y tener que bajarla porque las pupilas no están acostumbradas aún a tanta luminosidad. Ver, justo antes de salir de casa al gato remolonear sobr la cama, con la envidia que me da, atrapando con su pelo negro todo el calor que pueda mientras duran los rayitos. Salir a la calle, que los cascos del mp3 funcionen correctamente por primera vez desde hace tiempo, y en consecuencia, que un ritmo alegre estalle en tus oidos mientras andas para la parada de metro y ¡viva! llega el autobús y la cuesta ya no hace falta subirla a pie, con lo cansado que eso es... Escribir durante todo el trayecto, como antaño, y no sólo cosas tristes, como antaño. Llegar a clase, que esté vacía y enterarte de que a esa hora no habrá clase nunca más... estupeeeeeeeeeendo, el martes dormiré una hora más si cabe.

En fin, que mola. Que ha resucitado el cielo brillante: frío aún, pero sin viento molesto ni charcos por pies; resucitaron mis Musarañas, y ya puedo sacar la mierda de mi cabeza; resucitó el no darse media vuelta por las mañanas para dormir sin querer ir a clase, eso está bien.

Me siento fuerte.

miércoles, 13 de enero de 2010

Elige una manada.

No me gusta la gente artificial. No es que no me guste la artificialidad, yo disfruto de ella día a día; ahora mismo, para escribir estas líneas, estoy utilizando el símbolo máximo de lo artificial hoy en día: el ordenador.
No, no es que esté en contra de lo artificial. Pero sí estoy en contra de mezclar, mejor dicho: de interponer la artificialidad con lo natural. Quiero decir, que si un bosque es bosque, no hace falta meterle una máquina para que sea más bosque, pero tampoco hace falta ponerle una maceta para que sea más natural. Y así, digo que si una persona es persona, es persona porque ésa es su naturaleza, no hace falta nada más: ni maquillajes estrambóticos, ni tintes antinaturales, ni ropa que realce nada, ni si quiera una personalidad inventada.
A veces se nos olvidan estas cosas, sobre todo el último punto. Es cada vez más humano eso de ajustar pensamientos, ideas, moralidad, forma de actuar y apariencia física a lo del resto para ser aceptados naturalmente. A mí esto se me hace extraño. Que una persona joven tenga que agujerearse y pintarse el cuerpo entero, que tenga que decir lo que no quiere decir porque no lo piensa realmente, que tenga que vestirse de una forma determinada para no ser llamado raro por sus semejantes… me asquea un poco; pero me asquea un poco más todavía que todo eso se haga pensando que se hace porque se quiere, ¿en serio?
Vuelvo a aclarar: no estoy en contra de los tatuajes, ni de los piercing (yo tengo ambos), ni del maquillaje (lo uso cuando me apetece verme más guapa de lo normal), pero me jode que eso se enmarque y se relacione con una forma de ser, una forma de pensar: si llevo ropa negra, soy gótica; si un día me pongo unos pantalones anchos, rapera; si me apetece hacerme la raya del pelo al lado, soy pija… y entonces no puedo pensar. Es como si un muro invisible se elevara alrededor del pensamiento sólo por no desentonar con lo que nos rodea. Pero seguimos sin entender que no hace falta nada de eso. Que no nos hace falta tener una etiqueta en la espalda escrita a fuego para ser parte de la sociedad. Somos parte de la sociedad por el simple hecho de nacer, porque somos personas, porque tenemos la capacidad de razonar, de elegir, porque somos libres. Y, sin embargo, cada vez somos menos libres precisamente por esto. Cada vez somos menos humanos, pero más humanos somos cuanto menos humanidad demostramos, cuanta más artificialidad incluimos en nuestro ser.

A este paso, llegaremos de verdad al punto de hablar con gruñidos. No nos hará falta expresar en voz alta lo que queremos decir, porque el que está a nuestro lado ya sabrá a lo que nos referimos por el simple hecho de que piensa exactamente igual. El único esfuerzo que tendremos que hacer será el de buscar una manda siendo un crío, no descarrilar nunca, ceñirse a lo que somos y serlo durante todos los días de nuestra vida. Para mí, eso ya no será vivir, ni si quiera sobrevivir… será subsistir, simplemente.

Una vida sencilla, sin decisiones que tomar, sin puntos de vista que debatir, sin discusiones, sin sabiduría, sin nada más que aprender nunca… sin diversión.

jueves, 15 de octubre de 2009

No estoy muerta.

Le quito la capa de polvo a esto. Me daba pereza volver a escribir aquí sólo por tener que poner de nuevo la contraseña. Es un coñazo. Es que es muy larga. Cosas de seguridad, para que no me roben mis grandes ideas...

Informo de que he empezado segundo. De que mi horario es una mierda. De que las asignaturas no son mucho mejor que eso: mierda. De que mi emesene ha decidido joderse. De que sigo en teatro y estamos dándolo todo ya, aunque canse coger el ritmo. De que estoy feliz. De que sí que sigo escribiendo, aunque no lo suba aquí. De que sigo leyendo a todos los que leía antes. De que últimamente descubro música y películas y series que merecen la pena se escuchadas, vistas y disfrutadas.

Y... de que no he muerto.

domingo, 16 de agosto de 2009

Locura.

Me estoy volviendo loca:
huelo el eco
del tacto de tu piel.

martes, 11 de agosto de 2009

Justo antes de dormir.



Pero ahora has vuelto.

domingo, 9 de agosto de 2009

Me rindo.

Me rindo, no sé explicarlo, no sé sacarlo. Quiero escribir hasta que me sangren los dedos, pero es que no soy capaz. Estoy muerta de miedo por las cosas que antes me hacían gracia, por cosas que desdeñaba diciendo el típico "yo nunca seré así". Pero, por otro lado, ahora me río de miedos que tenía antes, pensando "cómo pude ser así".
Nunca he sido mucho de callarme para mí lo que pienso, siempre que he tenido que decir las cosas, las he dicho sin más, porque creo que la verdad y sinceridad siempre deben ir por delante, pero últimamente me planteo si de verdad estoy siendo sincera conmigo misma, y con aqellos que se merecen mi sinceridad; me pregunto si no estoy siendo injusta con aquellos que han sido muy justos conmigo; o si tal vez tal justicia no existe y me estoy enfrascando en inventos humanos y culpabilidades sociales que hasta entonces nunca me habían preocupado.

Me rindo porque me siento a las siete de la mañana frente a la ventana abierta y lo único que soy capaz de describir es el color rosado del cielo, y aún así mis palabras se quedan cortas.

Me rindo porque enciendo cigarro tras cigarro esperando encontrar en su humo respuesta a mis cábalas.

Me rindo, porque me he vuelto una cobarde, tal vez. Y esta afirmación es una de esas cosas de las que yo antes me reía: ¿cobarde yo? ¡imposible!, pues no: es muy posible, nadie es invulnerable a sentimientos tan humanos como ése.
O quizás... quizás en el último momento me entre una repentina valentía que desconocía hasta el momento, y sea capaz de decidir, arriesgando, sin miedo, pero con cuidado.

No sé... es que no sé. No sé qué está bien. No sé por qué tendría que estar mal. No entiendo por qué la vida se empeña en darle vueltas de 180º a las circunstancias de vez en cuando. No entiendo por qué me afectan tanto los cambios que anes esperaba, los cambios que he estado esperando hasta hace no mucho.

Repito tanto la palabra "quizás" en mi cabeza, que ésta ha dejado de tener sentido. Y por eso, por ese tipo de remolinos, por esa clase de sentimientos he decidido dejar que hoy sea la brisa quien arrastre los hechos, unos tras otros hasta construir la historia, tal vez mañana vuelva a coger las riendas de mi destino. Hoy, lo digo en serio, me rindo.